El cerebro de tu bebé está en pleno desarrollo. Los estímulos que le ofrecéis permiten que este proceso avance, pero también la alimentación desempeña un papel decisivo. Así, se ha visto que la composición de las membranas de las células nerviosas varía en función de los nutrientes de la dieta, concretamente, de ciertos ácidos grasos que recibe y que son un constituyente fundamental de nuestro cerebro. De la calidad de la alimentación que ofrezcas a tu hijo dependerá pues, en buena medida, la “calidad” de su inteligencia. Toma nota porque éstos son los ingredientes que no deben faltarle:
Ácidos grasos omega 3
Son constituyentes de las membranas de las células nerviosas: los enlaces de conexión entre éstas contienen un 60 por ciento de ácidos grasos de este tipo. Por esta razón, su aporte es imprescindible para que las conexiones neuronales sean óptimas. El organismo humano es incapaz de sintetizarlos, por lo que sólo podemos obtenerlos de los alimentos que consumimos. La principal fuente de ácidos grasos omega-3 se encuentra en el pescado.
Aminoácidos esenciales
Los aminoácidos son los constituyentes de las proteínas. No todas las proteínas presentes en los alimentos son completas, es decir, contienen a su vez los ocho aminoácidos esenciales, llamados así porque nuestro organismo es incapaz de “fabricarlos”. Por eso, es importante que ofrezcas a tu hijo distintas fuentes de proteínas, para que no le falte ninguno. Entre estos aminoácidos, el triptófano es muy importante para el cerebro, pues es la materia prima imprescindible para fabricar serotonina, el neurotransmisor que permite que las neuronas se comuniquen entre sí. Las proteínas de la leche, el huevo, y las carnes y pescados contienen triptófano.
Hidratos de carbono
Los hidratos nutren de glucosa –y por tanto, de energía– al cerebro. Por este motivo, son tan importantes el pan, la pasta, el arroz y los cereales. Estos alimentos aportan hidratos que se absorben muy despacio, permitiendo que en nuestra sangre haya siempre glucosa disponible para el cerebro. No olvides ofrecer a tu hijo alguno de ellos en todas las comidas del día y, sobre todo, en el desayuno, para que su cerebro pueda recuperarse del largo ayuno nocturno y se encuentre en forma desde por la mañana.
Colina
La colina es una vitamina del grupo B, esencial para la formación de la mielina que recubre las uniones entre las células nerviosas; por lo tanto, es un constituyente básico del cerebro que, además, se acumula en grandes cantidades durante los primeros años de vida del niño, cuando se produce la mielinización. De ahí que su aporte sea vital en este período. En los alimentos, está presente en la yema de huevo y en las verduras de hoja.
Hierro
El déficit de este nutriente provoca falta de atención, concentración, astenia y cansancio general. La razón es que el cerebro necesita buenas dosis de oxígeno, y la deficiencia de hierro, aunque sea leve, provoca una disminución del aporte de oxígeno a la sangre y, por tanto, a los tejidos. De nuevo, es el cerebro el más perjudicado. Las carnes son los alimentos más ricos en este mineral, pero las vitaminas de frutas y verduras son indispensables para que nuestro organismo pueda aprovecharlo correctamente.
Maite Izquierdo
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